Cuando el viajero llega a Punta del Moral puede disfrutar de numerosas actividades relacionadas con el entorno marinero de la zona.
Comenzamos dando un paseo en barco por la Ría Carreras, Excursiones Marítimas Isleñas hace un recorrido de una hora donde además de disfrutar del paisaje asistirás a una charla didáctica mientras degustas unas gambitas y un vino de la zona. Para informarte de precios y horarios haz click en el logo y visita su página web.
Si eres más de lanzarte al mar con moto de agua que con barco, siente la libertad de cabalgar las olas de la mano de Jetskidream. Puedes realizar diferentes rutas guiadas en moto de agua por Isla Canela, Isla Cristina o el río Guadiana y la verdad que solo por los comentarios que tiene dan ganas de probarlo! Más información en www.jetskidream.com
Desde el puerto deportivo de Punta del Moral, el ferry El Pelón tiene salidas ida y vuelta hasta Isla Cristina. Los horarios son todos los días desde las 9:30 hasta las 13:30 y desde las 15:30 hasta las 18:30, puedes llamar para contactar al +34 646 340 027. Por las tardes puedes visitar la lonja, una de las más importantes de España, a la que la oficina de Turismo de Isla Cristina organiza visitas guiadas. Reserva antes llamando al 959 332 694 o a través de su web www.islacristina.org
En Ayamonte es indispensable perderse por las callejuelas del centro. Desde allí puedes coger el ferry dirección Portugal, quedar maravillado con la puesta de sol desde cualquiera de sus esquinas o visitar el Molino del pintado, donde podrás ver una interpretación de la naturaleza a través de molinos mareales; entre otras muchas actividades. Para contactar con la Oficina de Turismo de Ayamonte puedes llamar al 959 320 737 o navegar por su web www.ayamonte.es
Érase una vez una aldea marinera llamada Punta del Moral. Sus habitantes, "Los Punteros"; eran humildes, pero muy felices. Llegaron desde lejanas tierras de Almería, Málaga y algunos hasta de Portugal, siempre con el propósito de encontrar su pequeño paraíso.
Eran tiempos difíciles, las almadrabas de la zona hacían que la inmigración desde otras regiones fuese inevitable. Rondaba el final del siglo XIX. La existencia de morales en la zona, alguno de ellos grandes y frondosos dieron el nombre a este precioso rincón marinero.
El día a día de los punteros era duro. Estaban obligados a sobrevivir en unas condiciones que hacían que aún estuviesen más unidos. La mayoría de las relaciones eran con Isla Cristina, cruzaban la Ría Carreras en patera, un recorrido de apenas 2 kilómetros que era testigo directo de nacimientos, sepelios, urgencias médicas… Sí, digo bien: de nacimientos. Porque cuando las mujeres se ponían de parto, tenían que ser trasladadas con viento, lluvia o tormenta en patera. Porque cuando alguien fallecía el féretro también era transportado en patera hacia Isla Cristina o cuando surgía alguna urgencia médica tenían que encomendarse a lo más divino.
La singularidad de las casas es también motivo de comentario. Estaban construidas de adobe, con un fuego central y casi diáfano, no tenían tabiques, los distintos compartimentos o habitaciones estaban separados por tela de esparto. La iluminación era a través de carburos o quinqués de petróleo. No tenían duchas, el aseo personal era con agua que calentaban en el fuego vertida en barreños de zinc.
La comida no era demasiado abundante, pero sí con productos frescos de primera calidad. El pescado de los barcos, las coquinas y los longerones de la playa, las almejas de las marismas. Así se creó la semilla del arroz a la marinera de Casa Miguel Ángel y Micaela, que en estos días servimos en nuestro restaurante.
Otra de las curiosidades del día a día en nuestra aldea eran la calles, porque hasta hace poco, todavía la gran mayoría eran de arena. Por aquel entonces todas las calles eran de arena de playa, el problema surgía cuando subía mucho la marea, al agua llegaba hasta las puertas de las casas. Una auténtica Venecia del Atlántico, entonces nuevamente las pateras eran testigo directo y tenían que ser utilizadas para ir de una casa a otra.
Para los niños era un ambiente sano de juegos sin maquinitas, ni teléfonos móviles… jugaban a la comba, a las chapas, a las canicas o al escondite entre las chumberas y morales.
Pero lo más importante de todo, es que estas familias marineras llevan a gala su historia, su trabajo día a día y la ilusión de ser hoy en día uno de los puertos pesqueros más importantes de Andalucía. Familias de pescadores que generación tras generación encontraron su puerto de atraque en esta aldea marinera.